En 1882, Indalecio Ventura, a través de la sociedad denominada “el fomento de las Artes” organizó la primera excursión granadina documentada a Sierra Nevada. Esta tarea continuó de la mano del Centro Artístico y Literario de Granada, quedando sin embargo interrumpidas estas actividades tras el cierre de este Centro por falta de socios y medios, en 1898, hasta su reapertura en 1908.
Indalecio Ventura Sabatel, además de ser un pionero del montañismo granadino, promovió la construcción de veredas y refugios temporales, elaboró y editó las primeras guías y planos para abrir la Sierra al turismo.
En 1891, el Centro Artístico, contando como director con Valentin Barrecheguren y a Alberto Álvarez de Cienfuegos como responsable de la sección excursionista, realizó su primera expedición a Sierra Nevada, que se repetirían posteriormente. Fruto de las de 1894 y 1895 fue la edición de sendos trabajos con el mismo título: “La Suiza Andaluza”, escritos respectivamente por Diego Marín y Elías Pelayo, que terminaron por impulsar en Granada la afición al montañismo.2
En 1898, tras el cierre del Centro Artístico, un grupo de sus miembros creó la sociedad “Diez Amigos Limited”. Ellos serán a partir de entonces los promotores de cuanto suceda en la Sierra ligado al montañismo. Su primera excursión la realizaron en 1899 y quedaría inmortalizada en un pequeño libro que Nicolás María López publicó al año siguiente con el título: “En Sierra Nevada”.
A partir de 1912, el grupo Diez Amigos se tornará hacia un tipo de organización más amplia y fuerte, con el objetivo de construir el primer refugio estable en la Sierra, necesitando un tipo de organización que jurídica, económica y políticamente, permita el desarrollo de actividades más complejas, surge así la Sociedad Sierra Nevada.
La Sociedad Sierra Nevada, club actualmente en activo fue, por lo tanto, la impulsora definitiva del montañismo granadino y tuvo sus orígenes en aquel grupo de pioneros: los “Diez Amigos Limited”, de finales de siglo XIX y principios del XX. Iniciadores del excursionismo y verdaderos descubridores de la Sierra para los granadinos, de su mano se introdujo en ella la práctica del esquí. Se creó la entidad deportiva que, finalmente construiría el Albergue San Francisco, a partir del cual se catalizarían los deportes de invierno, siendo el primer destino del teleférico que aquí nos ocupa, como después se verá. Lograron iniciar el interés de muchas personas y de las instituciones públicas; pronto surgieron otras sociedades alpinas, como el Club Penibético y la Alpinista Granadina, que colaboraron con la mencionada sociedad en la divulgación de las bellezas y potencialidades de Sierra Nevada.
LOS PRIMEROS REFUGIOS
Los más antiguos refugios de transeúntes de la Sierra, además de las eventuales chozas de labradores y pastores, fueron el Cortijo de San Jerónimo, en el valle del río Monachil, y las casas de las Minas de la Estrella, en el cauce alto del rio Genil. En ellos pernoctaron la mayor parte de los viajeros que se atrevieron a adentrarse en Sierra Nevada a lo largo del siglo XIX (Edmond Boissier, Moritz Willkomm, Pfendler D’Ottensheim o Karl Voigt, por ejemplo), y de su experiencia en aquellos lugares dejaron testimonios de gran interés.
El primer refugio montañero propiamente dicho que se intentó construir en Sierra Nevada fue el que propuso, en 1882, la sociedad filantrópica El Fomento de las Artes, por iniciativa de uno de sus socios, Indalecio Ventura Sabatel, ya citado. Sin embargo, y a pesar de que de aquel primer proyecto apenas quedan referencias, algo más estable se hizo por parte de Ventura Sabatel, quien, por decisión y acción propia, en 1891 se construyó, en el collado de Capileira, junto a la misma Carihuela del Veleta, un refugio circular en la alta montaña. De él dieron testimonio algunos autores de la época, como Nicolás María López o Juan Bautista Bide, y del mismo se conserva, incluso, una excelente fotografía de su estado original. Por el tipo de construcción inestable, y el lugar donde se ubicó, el refugio quedó destruido en pocos años, pero los restos del muro circular todavía se conservan en la actualidad, próximos a los de la primitiva Ermita de la Virgen de las Nieves, a quien allí se dio culto, entre 1718 y 1724.

