Como se ha dicho, en verano de 1912, los Diez Amigos Limited decidieron abrir su restringido grupo al público y crear la Sociedad Sierra Nevada, constituida formalmente con la aprobación de sus estatutos el 26 de septiembre de ese mismo año, y cuyo primer objetivo sería la construcción de una red de refugios en Sierra Nevada.
Con el impulso del Gobernador Civil de la época, Benito del Campo y Otero y la aportación de los primeros 146 socios conseguidos, básicamente personas de la burguesía y el comercio granadino, el arquitecto y socio Modesto Cendoya, que habría de ser conservador de la Alhambra, diseñó la construcción de un gran albergue que se situaría en el Peñón de la Mojonera, bajo los Peñones de San Francisco, a 2.250 metros de altitud, en el término municipal de Güejar Sierra. Las obras del que se denominó desde entonces Albergue San Francisco, comenzaron en abril de 1913 y con los recursos disponibles y con los que aportaron otros poderosos socios que se incorporaron a la sociedad (el Rey, que fue nombrado Presidente de Honor y que aportó tres mil pesetas, el Conde de Agrela, el Duque de San Pedro, etc.), se pudo llegar al invierno de 1913 con la nave de fachada levantada y cubierta de aguas, en condiciones de poder resistir el invierno. Quien primero utilizó el albergue, aún en obras, fue una excursión compuesta por treinta jóvenes alemanes que en julio de 1914 pernoctaron allí y dieron un donativo de 150 pesetas para los gastos de construcción. (Imagen 19)
Pero los problemas aparecen y el dinero se acaba. Dionisio Carnicero se hace cargo de la Sociedad, aumenta las cuotas, cobra las pendientes, recorta el proyecto de obra a realizar a un tercio del inicialmente previsto y, con tal esfuerzo el Albergue de la Sociedad Sierra Nevada estuvo terminado para mediados de diciembre de 1915 y, sin mediar inauguración oficial de ningún tipo, pudo ser utilizado por sus socios en la navidad de aquel año. 2
El Albergue San Francisco, antes incluso que los nuevos accesos, supuso un paso de vital importancia en el camino para la promoción y desarrollo del montañismo en Sierra Nevada. Hasta entonces los montañeros tenían que refugiarse entre peñascos, en chozas de pastores, en tiendas de campaña, no siempre disponibles, o depender de la amabilidad de los dueños de los cortijos de San Jerónimo y casas de la Estrella. Pero con el Albergue la situación cambia. Existe un punto seguro donde la comodidad y la buena ubicación permiten planificar un recorrido de la Sierra con unas garantías de éxito muy superiores a las anteriores. Con el Albergue, la incomodidad, el riesgo e incluso el peligro que hasta entonces había que afrontar para ir a conocer y disfrutar de la Sierra, si no desaparecen, sí se amortiguan sensiblemente. La Sierra se abre con él a nuevas posibilidades deportivas, a nuevas rutas más asequibles, y a unas visitas menos cargadas de incertidumbre y a un montañismo no exento de una buena dosis de comodidad. Sirvió de soporte a las semanas deportivas, y junto a él se erigen los primeros remontes que permiten la práctica del esquí en Sierra Nevada. Situado en la margen del rio San Juan, era pues, el lugar indicado al que debería llegar el Teleférico de este trabajo, y por ello, junto a él se instalaría la primera estación. (Imagen 20)
Pero la Guerra Civil lo altera todo. El 8 de marzo de 1938 el Albergue de la Sociedad Sierra Nevada quedó parcialmente destruido, a causa de las acciones de guerra que tuvieron lugar en esa parte de la Sierra, y en esa situación de semi-ruina permanecería durante varias décadas.
El 11 de mayo de 1945 acordó la Sociedad construir un nuevo albergue para 100 personas, junto al primitivo Albergue San Francisco, ahora destruido, según el proyecto elaborado por el arquitecto Francisco Jiménez Robles. El gobernador civil, José María Fontana, apoyó el proyecto y las obras dieron comienzo el 25 de junio de aquel año, aunque nunca se llegaron a terminar. Nuevamente por falta de recursos, y porque la llegada del ansiado Teleférico a sus inmediaciones, cada vez se veía más improbable. En esa situación, a comienzos de los años setenta del siglo XX, la Sociedad Sierra Nevada reconstruyó una pequeña parte de su primitivo Albergue San Francisco, aún en pie, y posteriormente, el Parque Nacional y la misma Sociedad Sierra Nevada procedieron a eliminar y desescombrar las ruinas del albergue iniciado en 1945 y nunca concluido, restaurando el paisaje a su primitivo estado. Actualmente la Sociedad Sierra Nevada ha restaurado y quiere poner en funcionamiento de nuevo, lo que queda de su refugio en la Sierra.
La zona de “los albergues”. Las Sabinas y Hoya de la Mora.
En una zona intermedia entre la exploración de la montaña desde el albergue de la Sociedad Sierra Nevada y el turismo más sosegado del río Genil, el duque de San Pedro de Galatino construyó, entre 1919 y 1925, el Hotel Sierra Nevada, denominado popularmente Hotel del Duque y publicitado como sucursal del Hotel Alhambra Palace de Granada.
A finales de los años veinte en torno a la Loma de la Mojonera o de los Peñones de San Francisco, ya se conocía la zona denominada de “los albergues”, que se había convertido en el destino de los deportistas por su altitud, la existencia de nieve durante bastantes meses al año y por la facilidad de acceso que representaba la llegada hasta allí de la carretera que, con enorme esfuerzo, estaba realizando el ingeniero Juan José Santa Cruz. Precisamente de 1929 data el comienzo de la construcción de los dos albergues de Obras Públicas, edificados bajo su dirección: el de las Sabinas, y el de la Hoya de la Mora, formando parte del proyecto de la carretera, y no muy lejos del de la Sociedad Sierra Nevada. El primero estuvo pronto concluido; el segundo pudo utilizarse desde comienzos de 1936.
Tras la guerra civil ambos albergues estaban destrozados. El Hoya de la Mora fue cedido en 1942 al Frente de Juventudes, que lo restauró y lo inauguró el 18 de diciembre de 1942. Más tarde fue utilizado como albergue militar en el que se alojaba una guarnición de esquiadores, y posteriormente, tras unos años de total abandono, cedido al Club Montañero de Estudiantes que lo restauró nuevamente. El de las Sabinas, por su parte fue cedido a la Obra Sindical de Educación y Descanso que llevó a cabo su restauración, siendo inaugurado en febrero de 1943. Ambos pasaron a depender en 1983 del Ministerio de Defensa.
El Albergue Universitario de Sierra Nevada
De 1932 data la adquisición de unos terrenos con una superficie de ocho hectáreas para la construcción del que habría de ser el Albergue Universitario. La Universidad de Granada convocó entonces un concurso de proyectos que fue ganado por Francisco Prieto Moreno y Francisco Robles Jiménez. Las obras se iniciaron en el verano de 1933; aquel año se cubrieron aguas y el Albergue se concluyó en el otoño de 1934. Su costo total ascendió a 250.000 pesetas. El Albergue Universitario está situado junto al tercer Peñón de San Francisco y el kilómetro 35 de la carretera de la sierra, a 2.560 metros de altitud. Su inauguración tuvo lugar el 23 de septiembre de 1934 por el rector Antonio Marín Ocete y en marzo de 1935 se celebraron las primeras pruebas deportivas específicamente universitarias.
Durante la Guerra Civil el Albergue Universitario se convirtió en el cuartel que alojó el Batallón Alpino, formado por los jóvenes esquiadores y montañeros de Granada. En esas condiciones, no sufrió daños importantes y, tras la Guerra, pudo ser restaurado con prontitud. Con motivo de la visita que el entonces ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín, realizó a Sierra Nevada, coincidiendo con la celebración de los I Campeonatos Nacionales de Esquí, el Rector de la Universidad le convenció para conceder una subvención para atender los gastos de reforma y conservación más urgentes. La ayuda solicitada se concedió y antes de acabar el año 1940 el Albergue se encontraba restaurado en lo esencial y amueblado con lo suficiente para su completa utilización, pudiendo desde entonces prestar un inestimable servicio a esquiadores y montañeros, no sólo universitarios, que durante mucho tiempo han tenido y siguen teniendo allí su propia casa.
A lo largo de los años fueron surgiendo varias iniciativas tendentes todas ellas a incentivar el turismo deportivo y facilitar el ascenso, más allá del Hotel del Duque, hacia las laderas y altiplanicies en donde casi todo el año había nieve suficiente para practicar los recién introducidos deportes de invierno. Con este objetivo, y en paralelo a la construcción de la carretera como idea central, se propusieron varias soluciones, como la de prolongar más el tranvía, en servicio desde 1925, incluso montar un ferrocarril de cremallera, o bien construir un funicular o una línea aérea por cable desde la altura alcanzada por el tranvía, dándole continuación a este.
Aquí aparece el proyecto del Teleférico del Valle San Juan, objeto de nuestro monográfico. De él podemos hablar de dos etapas, que son asimismo dos soluciones: el encomendado en 1945 al ingeniero de FMGP Montserrat Fenech Muñoz, que no pasó de la fase de anteproyecto y al que, desarrollado con modificaciones sustanciales, el ingeniero José Pérez Pozuelo convertiría en un proyecto en toda regla que despertó bastante interés y del que hablaremos extensamente en los próximos capítulos.
Como sabemos, este proyecto de Teleférico nunca se llevó a cabo, por diversas causas, pero todas coincidentes en que, probablemente, por no generar aún las altas cumbres el interés suficiente para hacer rentables las instalaciones propuestas. Tenían que pasar aún unos años para que los deportes de invierno se consolidaran en Sierra Nevada y las laderas del Veleta iniciasen la andadura que tenía que dotarlas de las infraestructuras precisas. Para entonces, la comunicación por el Valle San Juan quedaba obsoleta, ante la pujanza de la carretera, trasladándose todo al Valle del Monachil.
Fue la iniciativa privada la que, en 1964, abrió el fuego, constituyendo la empresa Centros Turísticos S.A. CETURSA, y poniendo ésta manos a la obra para una gestión integral de la que habría de ser la estación de esquí “Sol y Nieve”. Prescindiendo de la línea del tranvía, del teleférico y del valle de San Juan, las actividades se centraron en la creación de dos centros o núcleos turísticos en la mencionada ladera del Veleta, Pradollano y Borreguiles. Sin embargo, la magnitud de lo que allí se tenía que construir dejó cortos los recursos económicos disponibles. En consecuencia, el Ayuntamiento de Granada y un banco local entraron en la empresa con la intención de financiarla y ayudarla en lo posible. En poco tiempo, una pésima gestión dio al traste con las esperanzas, y la compañía se declaró en quiebra.
En 1984, CETURSA fue adquirida por la Junta de Andalucía, convirtiéndose en entidad pública y, a partir de entonces, encaminó sus iniciativas e inversiones a completar los servicios e instalaciones de ocio y residencia de una vigorosa estación de esquí. Y para dar a conocer mejor el lugar al resto del mundo y conseguir la necesaria rentabilidad, solicitó y obtuvo, para 1995, la organización de los campeonatos mundiales de esquí, cuya celebración hubo de aplazarse hasta el año siguiente a causa de las condiciones climatológicas desfavorables.
El más importante de los dos centros mencionados es el núcleo residencial, llamado Pradollano, situado a 2100 m de altura, formado por hoteles, equipamientos deportivos como el Centro de Alto Rendimiento CAR, y viviendas, y dotado de toda clase de servicios. Un segundo centro denominado Borreguiles se halla más arriba, a cota 2645, es el núcleo de la zona esquiable, y está formado tan solo por remontes, restaurantes y tiendas de deportes.
Aunque ambos centros quedaron unidos desde un inicio por una carretera, además de por las pistas esquiables en invierno, en un principio solo se instaló un telesilla entre ellos, que se suponía que, en combinación con otros remontes que se habían instalado en aquellas laderas tan solo sería utilizado por los esquiadores. Pero en muy poco tiempo se comprobó que el enlace entre ellos era insuficiente y debía estar a cargo de un sistema más capaz, por lo que en cuanto el Ayuntamiento de Granada intervino en CETURSA, fue sustituido por un telecabina, que asimismo pronto quedó obsoleto, instalándose posteriormente un segundo de mayor capacidad. Merece la pena citarse la construcción en 1970, de otro telecabina de la empresa alemana Pohlig, Heckel & Bleichert, que desde Pradollano, llevaba a la cima del Veleta. Estaba dotado de 80 cabinas de 4 plazas, fabricadas en España por Intema, bajo licencia. Debido a los fuertes vientos solo funcionó unas pocas temporadas, desmantelándose a continuación. Fue sustituido por un telesilla y dos telesquís. (Joan M Gallardo, Los Funiculares y teleféricos españoles, Ed. Monografías del Ferrocarril).
Merece la pena citarse la construcción en 1970, de otro telecabina de la empresa alemana Pohlig, Heckel & Bleichert, que desde Pradollano, llevaba a la cima del Veleta. Estaba dotado de 80 cabinas de 4 plazas, fabricadas en España por Intema, bajo licencia. Solo funcionó dos o tres temporadas, desmantelándose a continuación. Fue sustituido por un telesilla y dos telesquis. (Joan M Gallardo, Los Funiculares y teleféricos españoles, Ed. Monografías del Ferrocarril)

