Sierra Nevada, como territorio natural de alta montaña, siempre ha sido una fuente de riqueza para los habitantes de los pueblos circundantes como (por citar solo algunos de los más vinculados a su explotación): Güejar Sierra, Trevélez, Bérchules, Capileira, Lanjarón o Monachil. Hasta sus cumbres se acercaban los pastores y manzanilleros de estos y otros municipios de las provincias de Granada y Almería. También los neveros, un antiguo oficio granadino, que, al menos desde el medievo islámico, proveían la ciudad de nieve en los meses estivales, hasta la aparición de las fábricas de hielo a principios del siglo XX.
Haciendo un recorrido por la zona de influencia de las cumbres, se puede observar la huella glacial situada más al sur de Europa, una flora y fauna adaptadas a la altura y en gran parte exclusivas, paisajes humanizados de gran relevancia como la red de acequias o antiguos cultivos de montaña que en algunos lugares sobrepasaban los 2500 metros de altitud.
Asimismo, en un pequeño recorrido por estos lugares, está garantizado el encuentro con un grupo de cabras monteses, la observación de las típicas aves de montaña como el acentor alpino, águilas reales o calzadas, un variadísimo listado de insectos endémicos, así como las especies más relevantes de la flora nevadense como la . violeta de Sierra Nevada, la estrella de las nieves o incluso, la manzanilla real. En cuanto a la huella humana, su paisaje más sobresaliente es el asociado al uso del agua: acequias de careo que a esta altura extienden el verdor por las laderas, los antiguos bancales, apriscos para el ganado y cortijos. (Imágen 10)
La primera subida documentada a Sierra Nevada y al pico Veleta, es de Antonio Ponz, quien dejó constancia de sus viajes en su obra Viaje de España. En 1754 Antonio Ponz estuvo en Sierra Nevada junto con el Marqués de la Ensenada, tras su destierro, y que influyó en Antonio Ponz animándolo a escribir su descripción sobre Sierra Nevada, que sería la primera sobre el tema, con cierto carácter aventurero.2
Tras esta ascensión, es posible distinguir en la historia de Sierra Nevada una serie de fases, que marcan los hitos de su descubrimiento y de la difusión de los conocimientos relacionados con la misma.
A. La presencia de los científicos.
Desde mediados del siglo XVIII, atraídos por la singularidad botánica, geológica, zoológica, hidrológica o geográfica de la Sierra, llegaron multitud de botánicos nacionales e internacionales. Entre los pioneros, Francisco Fernández Navarrete, José Quer, Guillermo Bowles, Antonio Palau y Guillermo Thalacker, descubrieron y catalogaron para la ciencia las nuevas especies. Simón de Rojas Clemente, dejó proyectada una Historia Natural de Granada y consiguió medir con notable precisión, pese a lo rudimentario de su método, la altura de las principales cumbres, Mulhacén y Veleta sobre el nivel del mar Mediterráneo.
Este interés de la ciencia por Sierra Nevada no ha hecho sino aumentar desde aquellos pioneros, dejando una huella importante en la misma Universidad de Granada.2
B. Los viajeros románticos.
Entre los años treinta y sesenta del siglo XIX descubrieron Granada, y, de paso, la belleza de sus montañas, viajeros insignes como: Richard Ford, Charles Didier, Teófilo Gautier, Alejandro Dumas, Charles Davillier, Gustavo Doré que dejaron constancia de sus experiencias por estas tierras, contribuyendo a su difusión internacional. (añadir aquí alguna referencia bibliográfica).
C. Los institucionistas.
Ya entre el paso de los siglos XIX y XX, miembros de la Institución Libre de Enseñanza, que tanta influencia tuvo en la modernización de España, encontraron en el contacto con la naturaleza el complemento indispensable para la formación integral de los jóvenes. Y así encontramos entre ellos a algunos que acudieron profusamente a Sierra Nevada para conocerla recorrerla y describirla (Luis de Rute, Eduardo Soler, Constancio Bernaldo de Quiros, Pablo de Azcarate, Manuel Martínez de Victoria … ).3
D. La Sierra y los granadinos.
Imprescindible se hace en este apartado la referencia a la figura del escritor y diplomático granadino Ángel Ganivet (Granada 1865, Riga 1898) prematuramente muerto como vicecónsul de España en Finlandia. Él fue quien dio a conocer, en sus Cartas Finlandesas, la primera propuesta que se hace en Granada de la práctica de un deporte muy popular en Finlandia, el esquí, y sueña en que, si cuaja su proyecto de “Finlandia andaluza”, podría, tal deporte, ser practicado en Granada.2
Estos escritos impulsaron en Granada una generación de pioneros montañeros lugareños, que ven en Sierra Nevada algo más que un duro lugar de trabajo, para unos pocos, o un bonito fondo de paisaje para los demás. Entre ellos: Diego Marín, Elías Pelayo Gómez, Nicolás María López, el malagueño Luis de Gálvez, el almeriense Francisco Villaespesa y, destacando por el interés y conocimiento alcanzado, la figura del médico granadino Fidel Fernández, iniciador de toda una saga de montañeros. A estos pioneros del montañismo le dedicaremos, más adelante, una atención especial.
Los autores y viajeros granadinos comienzan a tomar contacto con Sierra Nevada, a conocerla y divulgarla, tardíamente; primero de manera periférica (Torcuato Tárrago, Pedro Antonio de Alarcón, Antonio Rubio), y después más directa, a través del Centro Artístico, la Sociedad Diez Amigos Limited y la Sociedad Sierra Nevada, antes de que se empiecen a crear infraestructuras para penetrar y llegar a las cumbres de la Sierra durante los años 20 y 30 del siglo XIX.
La nueva conciencia lúdico-deportiva y la construcción de los accesos a la Sierra, favorecen el nacimiento en Granada de un conjunto de sociedades montañeras y el comienzo de la práctica del esquí, que se institucionaliza en Sierra Nevada a partir de 1928, fecha en la que se celebra la primera Semana Deportiva, auspiciada por el Duque de San Pedro de Galatino y organizada por el Club Penibético y la Sociedad Sierra Nevada.
La Guerra Civil cortó un activo programa deportivo que se reanudo con distinto vigor al terminar la misma. Tras la dura postguerra española, se trató de fomentar el turismo como un recurso económico para desarrollar el País, y para ello Granada contaba con los atractivos de la Sierra y la costa. De la mano de la Universidad, Educación y Descanso, Organización Juvenil Española y otra serie de entidades y clubes que, junto con la mejora de las infraestructuras (carretera, tranvía y albergues) se reactivaron pronto las actividades deportivas en la montaña.
La importancia de Sierra Nevada en los aspectos geográficos, económicos, turísticos y otros, ha sido puesta de manifiesto a lo largo del pasado siglo por los diversos proyectos, elaborados para poder acceder al corazón de la Sierra. Figuras irrepetibles como el Duque de San Pedro de Galatino, o el ingeniero Juan José de Santa Cruz, fueron verdaderos artífices del desarrollo de las potencialidades del macizo montañoso y llegaron a prever las inmejorables condiciones de la zona como fuente generadora de riqueza, propicia para la expansión, el turismo, el deporte, y compatible con el desarrollo de la agricultura, ganadería, minería y otros aspectos.
Día a día crecía el interés por Sierra Nevada y comenzaron a surgir en plena Sierra los albergues: comenzando por el Albergue San Francisco, de la Sociedad Sierra Nevada (1915) y el de Obras Públicas. En 1934 la Universidad de Granada construyó el conocido como Albergue Universitario, moderno y bien instalado.
La Sociedad Sierra Nevada, heredera de los “intrépidos” Diez Amigos Limited, club pionero del montañismo andaluz y español, llegó a un periodo de verdadero esplendor durante los años 1934 y 1935, presidida por el Dr. Fidel Fernández, centralizando todas las actividades en torno a su Albergue de los Campos de Otero. Parecía que el deporte de montaña despegaría definitivamente, pero durante la Guerra Civil la Sierra y el propio Albergue, fue frente de combate y la Sociedad y el montañismo granadino entró en un periodo de paralización absoluta.
Para salir de esta situación y darle un nuevo impulso institucional a la Sierra, en 1941 se celebró una trascendente reunión en Granada, con la participación de las más importantes personalidades granadinas, y presidida por el Gobernador Civil. El motivo de la reunión fue analizar la situación de la Sierra, que, pese a sus paisajes y bellezas naturales, las posibilidades para la práctica de deportes de invierno, su riqueza minera y forestal, etc., encontraba una barrera difícil de superar: las comunicaciones. Así que poner en contacto Granada capital con el interior de la Sierra y las futuras pistas de esquí de Sierra Nevada fue la razón y la conclusión fundamental de esta reunión. 3
El gran número de autoridades convocadas se justificaba por la importancia del tema a tratar, que se concretaría en los estudios para la prolongación del tranvía-ferrocarril hasta el barranco del Guarnón, a 1 .500 metros de altitud, lo que favorecería los intereses económicos, forestales y mineros, todos de gran importancia, y, a la vez, conectarlo con un funicular o cable aéreo qué llevaría a viajeros y deportistas hasta las pistas de nieve y nuevos albergues, lo que fomentaría el turismo nacional e internacional en Sierra Nevada. El objeto de este trabajo empieza a tomar visas de realidad

